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«¿Quién y Por Qué?»

Que conste que no nos la creemos. Pero lo cierto es que la historia salió impresa, minúsculas letras negras sobre papel blanco, en la primera plana de un diario madrileño. Vamos a sacarla del pozo del olvido y enseñarla aquí.

¿Hubo algo de cierto? ¿O fue una fake new? Vosotros juzgaréis.

Los hechos ocurrieron, presuntamente, hace 166 años…

Un cura asesinado. En Corrubedo. Y esto es solo el principio.

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Cabecera del periódico donde se contó el supuesto crimen

El Clamor Público. Así se llamaba la gaceta en que se vertió el inconcebible relato que estamos a punto de evocar. Como la propia cabecera indica, se trataba de un periódico afín al partido liberal. Había sido fundado en 1844 por Fernando Corradi, periodista, escritor y político madrileño de ascendencia italiana —su padre había dirigido el diario de sesiones en las Cortes de Cádiz— que en 1841, durante un breve lapso como gobernador civil de La Coruña, alentó la creación de la sociedad económica que puso en marcha la primera caja de ahorros de Galicia. Y que resultó un fiasco.

De estilo polemista y agresivo, el periódico fue un ariete constante contra los gobiernos moderados que rigieron los designios de España hasta la llegada en 1854 del llamado Bienio Progresista. Ahí El Clamor Público perdió fuelle al simpatizar con los postulados del poder mientras Corradi, su sempiterno director, marchaba de embajador a Lisboa. El rotativo fue agonizando lentamente —incluso tuvo un parón editorial y una «segunda época»— hasta expirar en 1864.

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Corradi retratado por Jean Laurent, pionero de la fotografía que ya estuvo en este blog

En la edición del miércoles 7 de septiembre de 1853, la noticia que nos atañe ocupó 39 líneas. Por aquel entonces, Corrubedo apenas sumaba 120 casas y entre 600 y 700 habitantes que ejercerían de corifeo de esta tragedia decimonónica en la que un cura fue asesinado de manera atroz.

Los hechos habrían tenido lugar en una noche de finales de julio. La autopsia reveló que el clérigo había recibido «trece ó catorce puñaladas en la cabeza». Y aún hay más. Porque haciendo uso de un instrumento cortante el criminal trazó dos letras —una M y una t— en la corona del cráneo. Fue tal el ensañamiento que para crear tan macabros tatuajes el sacrílego agresor había atravesado los tejidos de la piel y las membranas hasta el mismo hueso.

Ahora bien, la razón de estos dos extraños caracteres respondería a cierta superstición según la cual al dibujar aquellos símbolos en la testa de un cura este quedaría eximido de una condena supraterrenal. ¿Un postrero gesto de caridad cristiana por parte del asesino?

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Extracción de la piedra de la locura, atribuido a El Bosco

«Who and Why?»… «¿Quién y Por Qué?»

Hemos querido remedar arriba este doble interrogante que salpimentó la portada del primer número de la mitiquísima revista Black Mask [su aparición aquí no es casual: dentro de algunas semanas recibiréis noticias nuestras sobre ella] para enfatizar que el desenlace de este asunto desprende el negro aroma de una novela criminal o de un relato de misterio.

Y es que, si en cierto cuento de Edgar Allan Poe fue un corazón palpitando bajo las tablas del suelo lo que desveló a los investigadores un horrible crimen, en nuestro caso el elemento delator fue un objeto inanimado.

Resulta que, después de matar al clérigo, el abyecto malhechor se confundió y se llevó el paraguas del eclesiástico [sí, todos sabemos que incluso en el fragor del verano la lluvia nos puede hacer una visita], dejando el suyo propio a los pies del cadáver. Los agentes de la ley no tuvieron más que identificarlo y buscar al propietario.

¿Y quién era?

Esto, si no es ficción, ya es demasiado: otro sacerdote de Corrubedo que andaba enemistado con su víctima… En el momento de apresarlo, su criado se hallaba teñido de sangre… al igual que una navaja.

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Las 39 líneas

Ambos, cura homicida y criado cómplice, se hallaban recluidos y a disposición del Juzgado de Marina cuando la noticia salió en El Clamor Público. Y aunque sus últimas dos líneas prometían mantener un ojo en el asunto y comunicar el resultado, el diario madrileño nada volvió a publicar. O nosotros, al menos, nada hemos encontrado.

Lo dicho. Nos cuesta creerlo.

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